martes, 15 de abril de 2008

Por qué gana Berlusconi



Néstor Morales T.(*)


Si a usted le recomendaran que debe siempre elegir las cosas respecto sólo de su interés, es decir, por su utilidad, seguro que nunca compraría nada bonito. Esta vieja frase de un gran publicista es la mejor explicación de lo compleja que es la cuestión de la elección en las personas. Más aún si se trata de elegir a otras personas, pasa en la amistad, en el amor y ciertamente en la política.


Silvio Berlusconi, Il Cavaliere, como es llamado por la prensa sabe de esto, mal que mal ha forjado un imperio basado en imágenes, en visiones respecto de cosas. Para estas elecciones, por ejemplo, ha prometido reducir la enorme deuda pública de Italia, recortar impuestos y liberalizar el altamente regulado sector de los servicios. Pero muchos italianos temen que la inestabilidad política impida al próximo gobierno reavivar la economía, que está al borde de la recesión. Aún así, la Italia libre, el Pueblo de la Libertad ha votado a Berlusconi!


Il Cavaliere está compelido a solucionar el caos que atraviesa el país y reactivar la economía nuevamente. Nadie cree que lo vaya a hacer en realidad pero aún así han optado por la derecha, se han replegado en un voto conservador, regionalista en particular que derrotado -y esto es lo interesante a analizar- a los progresistas de Veltroni.


No es casualidad, pero tampoco es tan inexplicable. Lo ocurrido en las votaciones del domingo y ayer lunes es una muestra de ingeniería política distinta a la que solemos tratar de usar, se trata de la política de la “maniobra” término que en el Italiano (que se habla en Italia, para los despistados) no tiene la valoración que se le entrega en el castellano que hablamos en Chile. Una maniobra es una jugada política una elaboración destinada a conseguir o mantener el poder, a través de tácticas sutiles y algo de suerte como en la mayoría de las cosas en la vida.


Con la reunión de los progresistas bajo el alero de L’Ulivo, el ex alcalde de Roma Walter Veltroni llevaba una ventaja insuperable, a paso tranquilo se iba armando de un paraguas difícil de despreciar, este es, la gran mayoría de centroizquierdistas italianos: demócratas, puros y simples si se quiere. Al menos eso creía.


Con el gobierno a su favor dirigido ni más ni menos que por Romano Prodi. Así las cosas, la obsesión de Veltroni por alejarse del PC Italiano (un partido más que progresista) iba dando sus frutos, haciendo que el deseo abrigado por Veltroni, el líder que había conseguido que más de dos millones de italianos votaran su dirección del nuevo referente Partido Democrático (http://www.partitodemcoratico.it), de acercarse a un sistema bipartidista como el estadounidense se fuera convirtiendo en realidad. Claro, olvidando, como siempre lo hacen los progresistas, que los conservadores, la derecha italiana y del mundo también se daban cuenta de esta “maniobra”.


En castellano, chino mandarín, inglés y hasta en latín o griego, este relato debe significar lo mismo, o sea, para los conservadores la tarea era sencilla: si el tranco avanza con paso regular e inexorable hacia la victoria del adversario, lo que se debe hacer es cortarlo. En lenguaje futbolístico: había que “bajarlo”.


La manera de evitar que un personaje popular caiga no es atacarlo directamente, sino a su investidura y si no es posible eso, entonces a su base de apoyo, apurarlo, cortarle la variable que juega en su favor y en este caso era el tiempo de Gobierno de Prodi, por lo que el desencadenamiento de las irregularidades y tensiones que llevaron a Romano Prodi a la dimisión y llamado a elecciones anticipadas sorprendió al progresismo completamente, tanto al de Veltroni como a los Comunistas y hasta el UDC de Cassini, que sin ser progresistas propiamente tales, sin duda que se esfuerzan por no saludar a Il Cavaliere.


La política italiana posee una tradición envidiable y una actualidad que siempre permite observarla con una sonrisa intrigante, deliciosa, diría algún analista conservador que conozco. Lo cierto es que este episodio no escapa de eso. Aún tratan de explicarse cómo cayó el gobierno y lo que jugaba antes a favor se volvió completamente en contra de los que venían construyendo. Además, Veltroni escogió llevar adelante una campaña basada en la larga explicación de hechos y cifras que más que campaña parecía una lista de supermercado. Si algo hemos aprendido es que no votamos por los que nos explican y detallan sino por la fuerza de un candidato, de una sola idea. Debemos pensar en cómo hará el votante ara explicar su voto: lo hará con una larga exposición ante su esposa mientras termina de preparar la pasta, o debe hacerlo con entusiasmo tal que la contagie que sume adherentes antes que reflexivos analistas políticos. Erró Veltroni en la estrategia, dijo demasiado y tenía poco tiempo, quería sorprender con una larga perorata, jugó hacia al lado, en terminología del fútbol. La diferencia la puso una vez más Berlusconi: tres pases y remató al arco, con agresividad, llamó a la libertad pero libertad de los que tienen secuestrada la economía italiana, liberar a Italia es liberar a personas como él que con esfuerzo y muchas astucia han conseguido lo que tienen. Cuestión que para el votante de centro (la enorme mayoría de votantes en todas partes) es fácil de comprender y aceptar incluso sabiendo que no se refleja en sus intereses pero sí en su campo valórico y de eso, la derecha y los conservadores saben de sobra.


De esta forma y con más elementos que no caben en una pequeña columna Silvio Berlusconi se convirtió en el líder del Gobierno número 62 desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y el que guiará a la cuarta mayor economía de la Unión Europea en lo que ya muchos llaman la construcción de la Tercera República, mientras nuestros progresistas se quedan boquiabiertos preguntándose todavía qué habremos hecho mal.


Si se quiere un resumen, el gran error de Veltroni fue alejarse del PC, separar al progresismo sólo derrota al progresismo, pues lo único que consiguió en este afán diferenciador es crear una máquina semejante en todo al PC italiano, pero compitiendo por lo mismo. Aquí es donde debemos volver a los grandes hombres y prestar atención a Goethe con esta frase que da cuenta de los errores del progresismo y esta vez de Veltroni y compañía: “Si yo pinto mi perro exactamente como es, naturalmente tendré dos perros, pero no una obra de arte“.

(*)Para discutir con el autor, dirigirse a:
nestormoralestapia@gmail.com



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