lunes, 22 de octubre de 2007

¿Estamos cambiando la forma de hacer política?

Manuel Martínez O.


COLABORADORES... Bacheletistas aliancistas... ¿Qué es esto? ¿Cuál es la trampa? ¿Otra forma de recrear el circo o un camino más fácil para aparecer en un mejor puesto en las encuestas? ¿Será que trabajan en un nuevo pacto o variaron su estilo de presentarse? Existen tantos modos de calificar estas posturas que más de alguien las identifica como trasnochadas y sin destino. Sin embargo, quienes deseamos un Chile distinto creemos que nada es gratis en la vida. Sabemos que Joaquín Lavín, Pablo Longueira y otros están, probablemente, en la línea de buscar un reencanto en la política.
Esto no significa que hayan dejado de pensar de la forma en que lo han hecho hasta ahora y estén maquillando sus apariciones, mostrándose propositivos y de paso descolocando a la Alianza. Es, a fin de cuentas, una buena fórmula de lograr acercarse a una masa social poco crítica, que lee las editoriales de los diarios de la derecha económica y que podría empezar a verlos con simpatía e incluso no tendría por qué descartarlos como opción para el futuro. Total, lo único que diferencia a quienes gobiernan de los que están en la oposición es el capital moral de los primeros en desmedro de los segundos. Recuerden que antes del Plebiscito de 1988, Chile tenía a un lado a quienes defendían la vida y se la jugaron para bajar al dictador sin un tiro, y al otro, a los Lavines, Longueiras y ese gremialismo católico fundamentalista partidario del dictador, que lo protegía cerrando filas cada vez que se le cuestionaba cualquiera de las muchas aberraciones...
No puedo evitar mencionar a alguien que pasó por Chile y ayudó a la oposición de entonces. Juan Pablo II, ese Papa bueno y santo, que se metió por donde pudo y dejó en claro que la Iglesia Católica dispone de un poder terrenal mucho mayor que el divino. Pero el tiempo avanza y muchas cosas empiezan a quedar en el pasado; como el paso de los años todo lo cura, vemos que más de uno se desmarcó del general y haciéndose un poco el loco dijo que hasta habría votado No si le hubiesen dicho lo que pasaba en Chile en esa época... o sea la ignorancia social, ese terrible pecado, les pertenecía no a uno, sino a muchos de los que hoy hacen política. Cómo no acordarnos de los peyorativos discursos dirigidos precisamente en contra de los políticos que hacía el dictador o cómo dejar en el pasado el recuerdo de que sus partidarios de entonces lo aplaudían de pie: los mismos que hoy tratan de desconocer ese tiempo y, peor aún, han pasado a formar parte de esa misma casta que tanto decía despreciar el general.
Hago algo de historia, porque veo con mucho recelo lo que hoy está pasando en la contingencia: tantos que se han acomodado y dejado de lado sus principios y valores y han construido una posición que les permite mantener sus cuotas de poder. Basta de establishment, de esa forma absurda de desarrollar leyes o técnicas que sólo velan por intereses miserables, acciones parasitarias que van carcomiendo la sociedad en pos de un grupo que está no sólo con quienes se encuentran en el Gobierno, sino con quienes forman la oposición, y los unos no varían mucho de los otros. Esa especial forma que no mira ni se proyecta en el futuro, sino que se ha quedado estancada en lo mediático, en lo pequeño, en lo materialista y egoísta, en definitiva en lo ratón.
Veo cómo Sebastián Piñera saliva por querer ceñirse la banda presidencial y Adolfo Zaldívar, en un congreso ideológico, derrama consideraciones que no se ajustan al fin último del acto. Ellos me hacen pensar que no hemos avanzado mucho, que nos hemos estancado y estamos siendo dirigidos por personas que están dentro de su propia burbuja y aún no conocen Chile, menos todavía saben qué es lo que desea su gente. Nos dañamos cuando somos miopes y miramos desde nuestras pequeñeces la vida y creemos que así se construye la patria. Veo con mucha preocupación este tipo de estrategias o que se invite a un Papa conservador a realizar una visita al país. Es probable que el Pontífice venga y, al igual que Juan Pablo II, le dé un empujoncito a la oposición. ¿Cómo saben los amigos del conservadurismo si gracias a él llegan a instalarse en el poder?

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